¿El desayuno es la comida más importante del día?

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Dicen que somos lo que comemos, pero también somos cómo empezamos a comer. Porque lo que eliges en tus primeras comidas del día tiene un efecto dominó en cómo te sientes, tus decisiones y hasta tu humor. Suena un poco dramático, pero es verdad: tu energía, concentración y estabilidad dependen mucho de lo que pones en el plato. Vamos a verlo por partes.

Siempre hemos escuchado que el desayuno es “la comida más importante del día”, pero… ¿es realmente así? La respuesta es un gran depende. Si desayunas, lo importante no es cuánto comas, sino qué comas.

  • Si tu desayuno es un festival de azúcares (cereales ultraprocesados, bollería, zumos industriales), probablemente a media mañana tengas más hambre que un león y acabes buscando cualquier cosa para calmarla. ¿El resultado? Picos y bajadas de energía durante el día.
  • Por otro lado, si tu desayuno incluye proteínas, grasas saludables y algo de fibra (piensa en huevos, aguacate, frutos secos, fruta, yogur natural o pan integral), empezarás el día más saciado y con energía estable.

¿Y si no tienes hambre por la mañana? No pasa nada. Saltarse el desayuno no es un problema si tu cuerpo lo prefiere así. La clave está en escuchar lo que necesitas y asegurarte de que las siguientes comidas sean equilibradas.

Energía: ¿subidón o estabilidad?

¿Alguna vez has empezado el día con algo dulce y te has sentido increíble… durante 30 minutos? Esto te puede venir genial si vas a correr una media maratón o necesitas huir de un león. ¿Pero si nos vamos a la oficina a trabajar realmente necesitamos este efecto? Ese efecto subidón es cortesía del azúcar, pero tiene un truco: después viene la caída, y con ella, el cansancio y la falta de concentración.

Para evitar este efecto montaña rusa, elige alimentos que liberen energía de forma constante, como:

  • Avena con frutos secos y fruta fresca.
  • Pan integral con hummus o aguacate.
  • Un yogur natural con semillas y fruta.

Son opciones sencillas que no solo te mantienen activo durante más tiempo, sino que también evitan esos ataques de hambre descontrolada que te hacen caer en opciones poco saludables.

Tu comida y tu estado de ánimo

¿Sabías que lo que comes puede influir directamente en cómo te sientes? Hay una conexión muy estrecha entre el intestino y el cerebro (la famosa “conexión gut-brain”), y lo que ocurre en uno afecta al otro.

  • Carbohidratos complejos: Ayudan a producir serotonina, la hormona de la felicidad. Así que no tengas miedo a incluirlos, pero elige los buenos: patata, arroz integral, legumbres o quinoa.
  • Grasas saludables: Aguacate, frutos secos, aceite de oliva o pescado azul son aliados no solo para tu cuerpo, sino también para tu cerebro.

Por otro lado, las comidas demasiado procesadas o ricas en azúcares pueden contribuir a bajones emocionales. Así que la próxima vez que te sientas irritable, pregúntate: ¿qué he comido hoy?

Lo que comes influye en lo que harás después

Imagina que a media mañana te entra hambre y te comes una chocolatina. Está rica, claro, pero al rato sientes más hambre y acabas picoteando cualquier cosa sin pensarlo mucho. Este ciclo puede continuar todo el día.

Ahora, si eliges un snack equilibrado (como un puñado de frutos secos o una pieza de fruta), es más probable que mantengas la cabeza clara para elegir una comida saludable después. Lo que comes en un momento influye en las decisiones que tomarás más adelante, creando un círculo virtuoso (o vicioso, dependiendo de las elecciones).

Y ojo, esto no significa que si te apetece la chocolatina no te la comas y la cambies por otro alimento más saciante, sino que la chocolatina no desplace a lo demás. Es decir, añadela a tu snack de yogur o frutos secos y disfrutala además de saciar al cuerpo. 

Conclusión: pequeños cambios, grandes efectos

Lo que elijas comer influirá en cómo te sientes, piensas y decides durante toda la jornada.

Así que, ¿qué tal si empiezas a observar cómo reacciona tu cuerpo a las diferentes comidas? No hace falta ser perfecto, pero sí consciente. Y recuerda: siempre puedes ajustar las fichas del dominó para que caigan en la dirección correcta.

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